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La respuesta ante un email

La respuesta u omisión ante un email nos ayuda a denotar si nuestro destinatario tiene una actitud positiva o negativa ante la campaña de email marketing que hemos diseñado. Por eso, es importante atender a estas señales que nos devuelven los suscriptores de nuestra lista de mailing.

Enumeramos primero acciones positivas:

Que el email se abra es una de los mejores resultados que podemos llegar a conseguir. Significa esto que el receptor está interesado en la información que le enviamos y que está predispuesto a llevar a cabo las compras que le anunciamos.

Si nuestro correo se ha ido a la bandeja de spam y el destinatario lo recupera, significa que quiere seguir recibiendo los emails que le mandamos. No es fácil determinar cuándo un correo se clasifica como spam, pero sí se debe tener en cuenta que algunas personas pueden no darse cuenta de que éste se ha ido a la bandeja de correo no deseado. Por ello, es importante que nos agreguen como remitente de confianza.

Si pedimos que haya feedback, es decir, que se produzca una respuesta bien a un cuestionario que enviemos, bien en la participación en un concurso, por citar dos ejemplos, podremos medir también cuantos interlocutores están dispuestos a ir más allá de la lectura del email.

Por último, si el destinatario reorganiza los mensajes y clasifica el nuestro en una carpeta específica, quiere decir que nuestras comunicaciones les resultan interesantes.

Entre las acciones que reflejan actitudes negativas están:

Enviar el correo a la papelera, sea después de abrirlo o sea incluso antes de conocer su contenido o calificarlo como spam. Si esto ocurre se debe revisar si los contenidos que se envían a esta persona están adaptadas a su perfil y por eso no le resultan interesantes.

Si se cancela la suscripción es recomendable preguntar cuál es el motivo para incluirlo en el fichero de datos y conocer en estadística cuáles son las principales razones por las que los clientes dejan de seguirnos.

Por último, si no hay actividad hay que preguntar al destinatario si su dirección de correo electrónico sigue operativa. Tras ello, si sigue habiendo inactividad, se deben espaciar los envíos aumentando la frecuencia de envío. Tras seis meses sin movimientos del destinatario es conveniente preguntarle si desea seguir recibiendo nuestras comunicaciones.

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